jueves, 24 de mayo de 2012

El Economato (por Manoli Pastor de la Hermosa)

Mi primer trabajo en la empresa fue de cajera del Economato viejo. Cuando empecé no había muchos artículos, pero sí los más básicos: leche, pan, aceite, legumbres, conservas, carne, pescado... El pan lo hacían en la panadería, que también era de la empresa.

En la colonia había asimismo una vaquería y teníamos dos despachos de leche, por la mañana y por la tarde, incluidos domingos y festivos. Cada quince días, además, despachábamos carbón para las cocinas y estufas de la colonia. La venta se llevaba a cabo en la calle y todavía siento en los huesos el frío que pasábamos en invierno.


Para abastecer la carnicería, se sacrificaban las reses allí mismo, en la calle, porque no disponíamos de matadero. En cierta ocasión, un choto se soltó de la cuerda con la que le amarraban cuando estaba a punto de ser sacrificado y estuvimos varias horas corriendo detrás de él hasta que pudimos atraparlo. El pescado venía dos veces por semana y nos lo traían directamente del puerto por ferrocarril.
Con el tiempo, la panadería y la vaquería se cerraron. El pan lo servían desde Yepes y Aranjuez, y la leche llegaba ya envasada.

Así fue mi etapa en el Economato viejo. Posteriormente se habilitó un nuevo local, mucho más moderno y eficiente. En realidad, era ya como un supermercado en el que ofrecíamos al público un surtido de artículos más variado, incluyendo frutería, perfumería, textiles y zapatería. En el nuevo Economato, sin embargo, ya no había carnicería ni pescadería, que fueron traspasadas a una empresa externa.

En el Economato me llevaba estupendamente con los dos encargados que tuve, así como con los compañeros. Éramos como una familia. Teníamos ratos muy buenos, aunque también pasamos por momentos tristes. Guardo un buen recuerdo de todos mis compañeros, tanto de los que viven como de los que ya no están entre nosotros.

En la etapa final, el Economato entró en franca decadencia. Se traspasó a un particular y algunos trabajadores se emplearon en La Fábrica. Tres de nosotros nos quedamos unos años más, pero finalmente el Economato quebró y cerró. Una lástima, porque trabajar allí te permitía tener una relación estrecha y armoniosa con los habitantes de la colonia.

Tras el cierre, yo pasé a trabajar en la planta, concretamente en el puesto de báscula. Allí tuve la suerte de encontrar unos compañeros estupendos que me enseñaron todo lo que sabían.
  • Manuela Pastor de la Hermosa 
Extraído del libro "100 años de la Fábrica de Castillejo"
(puedes descargarlo desde aquí)

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